viernes, 15 de noviembre de 2013

Economía Política de Venezuela (parte 1)


 ¡Joven, Empínate!
"La juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar a los
pueblos vírgenes, y no estarse pegada a las faldas de la ciudad
como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno."  José Martí.



En el marco de la guerra económica que afronta el país, se hace necesario dilucidar algunos aspectos esenciales de nuestra economía íntimamente ligados a la política venezolana en esta materia. Nuestra economía arrastra una improductividad desde los tiempos de la colonia, a sabiendas que España como metrópolis, no abarcaba la producción interna de sus manufacturas, mucho menos podía cubrir las necesidades de sus colonias acá en América. Por tal razón tenía que suplir dichas necesidades con la importación a los países más desarrollados de Europa, en los cuales Inglaterra jugaba un papel protagónico; la monarquía española asumía un rol de mero comprador y comercializador de mercaderías para sus colonias, en términos más concretos utilizaba la renta de nuestros suelos para la compra y comercialización de productos que ella misma como metrópolis estaba lejos de producir, así fue como, con las inmensas riquezas extraídas de nuestros suelos expresadas en Oro, Plata y piedras preciosas no solo salvamos a España de grandes hipotecas como país parasito de Europa, sino que a su vez mantuvimos por más de 300 años de coloniaje una España parasita, que nunca logró el desarrollo económico de sus colonias. A diferencia de otras metrópolis en este continente, como es el caso de Inglaterra con respecto a sus colonias en el Norte de América, que a pesar de haber sido incorporada si se quiere de manera tardía al saqueo imperialista en 1617, en poco menos de un siglo ya se evidenciaba el pujante desarrollo económico de las famosas 12 colonias que formaban el embrión de lo que sería el imperio norte Americano.

El caso de la Gran Colombia, comprendía estados con una metrópolis en común, lo que determinó la aparición de una oligarquía criolla que siempre se las había arreglado a imagen y semejanza de la metrópolis según su mentalidad colonial, cuando la débil España es invadida por Napoleón se crean las condiciones para que la oligarquía criolla decida desprenderse del yugo de la monarquía española y dejar así de pagar tributos producto de la actividad económica extractiva que sostenía el sistema esclavista que en estas tierras se practicaba, el pobre cuadro económico de España como metrópolis determinó una oligarquía corta de visión política, que se conformaba con el beneplácito del sistema esclavista el cual defendió a capa y espada con tanta fuerza, que específicamente en nuestro país la esclavitud física  es abolida 28 años después de la muerte de nuestro libertador Simón Bolívar. Es en esta etapa donde nuestro país se preparaba para una inserción en los cambios de épocas que recorrían al mundo, con la abolición de la esclavitud física, Venezuela abría lentamente los brazos a la expansión avasallante del capitalismo mundial como nuevo sistema económico de la moderna sociedad burguesa, y se alineaba a los países que instauraban la esclavitud asalariada, la cual no solo mantiene la explotación sino que la acrecienta, profundiza y perfecciona en las colonias.

En este marco, Venezuela pasa a formar parte de la división mundial del trabajo, en un primer momento se le asigna el papel de exportadora de productos postre; café y cacao para ser exactos, situación que se mantuvo hasta entrado el siglo XX cuando comienza el “bum” petrolero y donde se mantiene indemne con un sistema basado en una economía extractiva, basada esencialmente en dos características elevadas a su máxima expresión la dependencia y la explotación, instaurando así en Venezuela la época del capitalismo rentístico petrolero.

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Escrito Por: El Colectivo.
Equipo de Redacción: Olga Espinoza, Alexander Escobar, Willi Jiménez, Mónica Barahona, Jorge Bonilla, Dulce Camacaro, Sonia Camacaro, Martin Giménez, Simón Alí Bonilla, Daniel Segovia, Edgar Castro, Miguel Balustren, Miguel González, Anyelo Cruces, Eliezer Mora.