Mucho se ha dicho de la resistencia indígena, pero más es lo que falta por decir, si, en este terreno están los cimientos de un suceso que pasó a la posteridad por formar parte de la descomposición de los valores éticos, morales y humanos o en todo caso por la afirmación de los valores que rigen la hipotética civilización occidental, que están diametralmente opuestos a la preservación de la especie humana y la vida en el planeta.
Es sabido que a lo largo de
este continente existían un gran cúmulo de civilizaciones, con
diversos niveles de desarrollo en lo político, cultural, económico,
militar. Cuyo ejemplo de resistencia forman el inmarcesible
(“inmarchitable”) legado de nuestros pueblos originarios ante la
vorágine del imperio español, legado que hoy rescatamos para hacer
frente al imperialismo estadounidense.
El atraso cultural al cual
fuimos sometidos por la barbarie occidental, a través del genocidio
étnico, cultural, combinando la violencia física con el ultraje
espiritual. O mejor dicho aplicando la violencia para mellar la
fortaleza espiritual de nuestros pueblos, que rendían culto a los
verdaderos valores humanos, practicándolos en su vida diaria dentro
de la sociedad y no al margen de esta. Como es el caso de los valores
impuestos y pregonados por la encomienda en el terreno
cristiano-religioso. Representa nuestra primera enseñanza de ese
hecho histórico de connotada relevancia mundial, pues encarna este
la lucha más visceral librada por la canalla imperialista a sangre y
fuego, para imponer una doctrina de depredación que en nuestros días
se traduce en el sistema capitalista, de tal manera, este holocausto
llevado acabo por la mentalidad occidental, donde nuestros pueblos
perdieron más vidas, que incluso las perdidas en la segunda guerra
mundial. Lleva inmersa la génesis avasallante y extensiva de la
mentalidad imperialista pro capitalista para aquel entonces, como
preludio a la dominación espiritual y material de nuestros pueblos
en la actualidad por parte de las potencias occidentales.
Por las razones ya señaladas
hoy rememoramos la heroica resistencia indígena en este continente,
que en nuestro país tiene sus máximos exponentes en Wuaicaipuro,
Baruta y sus aguerridos correligionarios como los son: Paramaconi,
Tiuna, Terepaima, Jaruma por solo citar algunos.
Junto a ellos
seguimos gritando al imperialismo y sus lacayos:
“ANA
KARINA ROTE,
AMONKU
VAPORORI,
ITOTO
MANTO,
OKO
KUAI NARIA.”
Wuaicaipuro.
“En
esta tierra nadie huye, En esta tierra nadie teme,
Porque
esta tierra es nuestra, Es nuestra desde arriba,
Como
el vuelo del águila, Es nuestra desde adentro,
Como
la mujer en la noche, Volemos ya hacia la inmensidad del ser”.
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