lunes, 16 de julio de 2012

Los muchachos y la militancia (PARTE 2)


“Disparen que las ideas no mueren” FIDEL CASTRO.

Militar, militar con las ideas, esa es la expresión más concreta de la visión de un CUADRO REVOLUCIONARIO, bien, aferrarse a éstas, es algo concreto, es jugarse la vida y todo el accionar en torno a las ideas, ya es sabido que los hombres giran en torno a las grandes ideas y no como se suele pensar algunas veces que son los grandes hombres que giran en torno a las ideas, haciéndolas grandes.

El hombre nunca es grande, "el hombre es finito" (suele decir un viejo comunista), por tal razón diría José Martí: “Toda la gloria del mundo cabe en un Grano de Maíz”, las ideas que profesa o con las que milita si suelen ser grandes e imperecederas dependiendo del lado que se coloquen en el ajedrez de la lucha de clases, es decir, si están a favor de los explotadores o de los explotados; ya es famosa aquella expresión del Comandante Fidel Castro Ruz luego del Cuartel Moncada, cuando a punto de morir amenazado de muerte por las armas del enemigo dijo: “DISPAREN QUE LAS IDEAS NO MUEREN”, como un rayo esa frase atravesó el cerebro de los esbirros logrando paralizar el accionar de estos, quedando sumergidos en una gran meditación. Pues de este modo tenemos que cuando un hombre o una mujer milita y su accionar gira en torno a las ideas revolucionarias, es de teoría y en la practica un revolucionario o revolucionaria, pero si muchos hombres y mujeres militan y sus acciones están basadas en las ideas revolucionarias, es una ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA en torno a una doctrina revolucionaria a favor de los explotados, como ya hemos señalado anteriormente.

La primera condición de revolucionario (a) es una condición honrosa, pero para la transformación de la sociedad hace falta alcanzar la segunda condición, la de organización revolucionaria. Decía Simón Rodríguez, palabras más palabras menos: “Seducir un pueblo, alborotarlo por sorpresa es sencillo, constituirlo es muy difícil”. Pues sin organización no hay identidad, y por ende no se pueden tener los objetivos claros. Ya lo sostenía Carlos Marx: “La lucha de clases esclarece la conciencia de los grupos en conflicto y los lleva al conocimiento pleno de su identidad de clases como tales y al conocimiento de sus objetivos específicos. En este sentido, el conflicto tiene importancia como estimulador de la identidad o de la expresión de la personalidad del grupo que por el enfrentamiento adquiere un conocimiento pleno de sus intereses de clase” (1). Las ideas por esencia y naturaleza son colectivas, la personalidad existe en dos formas colectiva e individual. Ahora, LOS OBJETIVOS HISTÓRICOS SÓLO PUEDEN SER ALCANZADOS EN COLECTIVO, es decir, a través de una organización unida en torno a las ideas, que se haya identificado en torno a éstas, haciendo personalidad colectiva alrededor de éstas, siendo dichas afirmaciones los rasgos distintivos de una organización de vanguardia.

Las diversas fases de la militancia

Por un lado tenemos la militancia individual, a la cual se llega a través de un largo proceso de transformaciones en la psiquis del ser humano, donde se incorporan dos fases del conocimiento: El conocimiento abstracto adquirido a través de la teoría en una constante comparación con el conocimiento práctico adquirido a través de la observación directa. Allí se produce un intercambio dialéctico entre dos realidades: una realidad deseada producto del conocimiento abstracto teóricamente adquirido y una realidad existente producto de las condiciones históricas estudiadas que a su vez forman parte del conocimiento abstracto incorporado a la persona a través del estudio y la lectura de diversos fenómenos sociales.

La MILITANCIA PARTIDISTA O COLECTIVA, es una militancia de organización donde el individuo ya no funciona solo como individual, sino que forma parte de un engranaje colectivo, donde las ideas, objetivos y tareas son compartidas en torno a un plan, que desde el punto de vista partidista se llama programa de partido, esta organización es la encargada de luchar a brazo partido para materializar dicho programa.

Ahora bien, aclarado estos aspectos se hace necesario abordar las necesidades organizativas, no en torno a objetivos individuales y ramplones como se viene haciendo desde el pasado, sino en torno a los objetivos trascendentales para la transformación de la sociedad en su conjunto acorde al programa revolucionario que debe ser un programa a favor de la clase obrera o mejor dicho el PROGRAMA DEL PROLETARIADO. Reconociendo a éste como clase de vanguardia y única capaz de lograr la transformación de la sociedad capitalista junto a sus aliados y grupos a fines.

(1) Luis Beltrán Prieto Figueroa. ¡Joven Empínate! Pág. 66.

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