"La juventud ha de
ir a lo que nace, a crear, a levantar a los
pueblos vírgenes, y no estarse pegada a las faldas de la ciudad
como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno." José Martí.
De este a oeste el sol portugueseño desfilaba en el mítico José Antonio Páez, en una tarde bastante soleada propia de nuestra ciudades gemelas; allí, al comienzo del Himno Nacional se extendía nuestra bandera rojinegra, esta vez no para evocar la memoria de ese gran militante internacionalista como lo fue Alí Gómez, quien se cobijo con la bandera rojinegra de los sandinistas en el acto más sublime de internacionalismo, en esta ocasión se trataba de nuestro "Penta", el equipo del Portuguesa Fútbol Club, de todos los portugueseños; quien de una manera apoteósica enfrentaría al equipo del Vigía, en medio de este paisaje descrito lleno de una gran fanaticada, que duelo a duelo demuestra su identidad, reconocimiento a este su equipo y a la organización que esta detrás de estos eventos deportivos conformada por militantes que juego tras juego lo dan todo en cada partido, en aras de lograr lo que se consiguió la tarde del domingo 23 de septiembre del corriente año, esa gran victoria ante el equipo de El Vigía.
En este terreno los Fanáticos y los
Militantes tienen una gran similitud; para los primeros lo más importante es el partido
de fútbol y el Juego de pelota, por su lado, para el
segundo, lo más importante es el partido como
vanguardia y la Organización
revolucionaria. Sobre los primeros y su esencial preocupación, tenemos una gran
cultura y sabemos que significa ser un fanático? La pasión con que se vive este
deporte, los sentimientos que desarrolla, en que terreno se da el sinergismo que
caracteriza a la fanaticada durante el juego, como se reconoce así misma
hermana de forma indisoluble sobre la idea concreta de su equipo y la victoria
del mismo ante sus rivales. Ahora bien, sobre los segundos
cabe preguntarse lo siguiente. ¿Tendremos una gran cultura y sabemos que
significa ser un militante?, ¿Cuál es la pasión con que se vive la revolución?,
¿Cómo se desarrollan nuestros sentimientos revolucionarios?, ¿En que terreno se
da el sinergismo que caracteriza a los militantes en el partido y la
organización?, ¿Cómo se reconoce la hermandad militante sobre la idea concreta
del partido y la victoria ante nuestro enemigos de clase? En esta dirección
tenemos mucho que discernir, a ver cual de los dos ejemplos tiene
mayor conciencia dentro de sus preocupaciones particulares y establecer la
diferencia entre los unos y los otros.
Sobre la primera interrogante y
atendiendo a la premisa de que la prensa partidista, que además de servir de
vehículo orientador de la militancia y difusor de la doctrina del partido, es
un medio eficaz para la propaganda “agitativa”
y para la comunicación entre los militantes tal como lo señala la
licenciada Mariela Quero de Trinca en la página
18 del libro "Rómulo Betancourt Antología
Política": donde llega a afirmar que "este inigualable
tránsfuga y oportunista ramplón*, consideraba que la afonía es un
suicidio para el partido y la organización; les sugerimos a
nuestros lectores y militantes ubicar nuestras modestas reflexiones sobre la
militancia publicadas en nuestra columna “El Club de los Sin Camisas”, que
sale todos los jueves en el diario El Regional, allí están planteadas
muchas de nuestras ideas recogidas a través del método leninista que
nos orienta el aferramiento teórico-practico, como la vía
para la construcción de una militancia regida por el principio del leninismo
organizacional, que gira en torno a tres preceptos fundamentales como los son:
reconocer
- La concepción del partido como vanguardia.
- La dirección única y centralizada (“centralismo democrático”)
- La necesidad de apelar a la prensa partidista, que es nuestra concepción sobre el periódico.
No cultivarnos en este sentido
teórico-practico, en cuanto a la militancia. Pone en peligro la
solidez partidista, de tal manera que se puede decir; que nuestros militantes
deben ponerse en función de estas humildes orientaciones para corregir algunas
señales que nos sirven de indicadores sobre ciertos peligros que nos acechan; estas
señales son las siguientes:
- El contacto frecuente y trabajo conjunto de nuestra militancia orgánica con sectores que aún no se disponen a trascender el marco socialdemócrata, donde gira su accionar político.
- La natural oposición generacional reflejada en las contradicciones de las viejas generaciones con la “vieja guardia” y
- Las críticas burguesas a la dirección por su “verticalismo”.
De estas tres señales, la
primera se debe tener muy presente a la hora de planificar los golpes tácticos
a expensas del descuido de nuestra organización, en terminitos más concretos; el
núcleo de la organización no solo alerta, sino
que crítica que continuemos descuidando la organización por darle mayor
importancia a los golpes. De no darle
frente a la cosa Organizativa dentro de poco no tendremos nada; un diagrama de esta situación es el
hecho real que cuando se prioriza el
golpe táctico en desmedro de la organización, hecho que pasa por saber
manejar nuestras alianzas, donde
nuestros militantes más inconsistentes políticamente en su instinto animal de
supervivencia, tienden a crear puentes con la social-democracia, para así
asegurar un modesto espacio en ese lado
cuando,
producto de las contradicciones de clase, el nuestro empiece a
arder;
pero mientras eso sucede, no se atreven a cruzar solo; le
sonríen a los "cantos de sirena" que del otro lado
del puente deleitan sus oídos, manteniéndose como quién dice a la expectativa
del molicie, con que se garantice sus interese particulares dentro de uno y otro lado del puente. He
allí la justificación de nuestra verticalidad, del núcleo, para así mantener la
vanguardia partidista y la composición orgánica de la misma; a
pesar de ser una minoría, es precisamente esto lo que define
en concepto leninista el partido: “Si una minoría es realmente
consciente, si sabe llevar tras de si a las masas, si es capaz de dar respuesta
a cada una de las cuestiones planteada en el orden del día;
entonces esa minoría es en esencia, el partido” (1).
Para materializar dicho concepto, en la
practica hace falta que nuestra militancia, así lo entienda, que
vea en su núcleo de vanguardia, la abnegación, el espíritu de sacrifio, la
capacidad y arrojo, que permita
convertirlos en una verdadera autoridad moral
ante la organización, pasando de esta manera a regular, planificar la
política interna de la misma, practicando el centralismo democrático. Como
decía el camarada J. Stalin en uno de
sus grandes aciertos. “Una vez elaborada
la política, los cuadros determinan todo”. Bajo este método, se
hace posible la verdadera democracia entre el núcleo y sus militantes, dentro
del partido y la organización revolucionaria; por el contrario, cuando
esta minoría que definimos como el núcleo no esta dando muestras
de abnegación, de sacrificio, de capacidad, de arrojo; pues simplemente
carecerá de autoridad moral que le permita llevar a cabo las tareas concretas y
definir la política del partido, de presentarse esta situación en algunos de
nuestros cuadros nos apegamos a ese análisis sobre la capacidad de nuestros
cuadros de mantenerse en la vanguardia: "Vengan nuevos cuadros, vengan
nuevas generaciones de hombres; promuévanse los más aptos; no se aferre nadie a
los honores, ni a los cargos, que eso siempre ha costado muy caro a los
pueblos. Vengan nuevas generaciones mejores que nosotros, vengan nuevas
generaciones más aptas que nosotros, que gustosamente les iremos dando el
puesto de vanguardia; pero lo que no dejaremos de ser jamás, jamás dejaremos de
ser revolucionarios, jamás nos conformaremos con media revolución, jamás nos
resignaremos al mínimo, sino al máximo; jamás nos detendremos en la mitad del
camino, Creemos
que tenemos el derecho a llamarnos revolucionarios, pero no lo tendremos cuando
renunciemos a marchar hacia adelante. Los conformistas podrán conformarse con
el mínimo; nosotros buscamos el máximo". (2).
(1).Lenin discurso sobre el
papel del partido comunista. Pág. 47 del libro discursos pronunciados por
Lenin, en los congresos de la internacional comunista.
(2). discurso pronunciado por el
comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba y Primer Ministro del gobierno revolucionario, en la
conmemoración del VI aniversario de los CDR. Plaza de la revolución, 28 de
septiembre de 1966.
*Nota y Subrayado nuestro.
Escribe: Eliezer Mora.
Equipo de Redacción: Olga Espinoza, Alexander
Escobar, Willis Jiménez, Mónica Barahona, Jorge Bonilla, Krisneydi Gordillo,
Dulce Camacaro, Martin Giménez, Simón Bonilla, Segovia Daniel, Edgar Castro, Miguel Balustren, Miguel Gonzáles,
Anyelo Cruces.
(Continuará)
(Continuará)
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