¡Joven, Empínate!
"La juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar a los
pueblos vírgenes, y no estarse pegada a las faldas de la ciudad
como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno." José Martí.
Se ven todavía las calles desbordadas de alegría, pues nuestro pueblo ha librado una batalla de la mano de un gran líder, sobre el cual recayó el enorme peso de movilizar y dinamizar esa monumental maquinaria que hizo posible la victoria electoral del pasado domingo 7 de octubre; en dicha batalla se vieron las siglas del PSUV en las manos de militantes, fanáticos y simpatizantes, sí, son las siglas que encierran las esperanzas que tiene nuestro pueblo sobre la construcción de un partido de cuadros, una vanguardia organizada que permita hacer la Revolución. Por mantener esa esperanza, fue que nuestro pueblo evaluó a nuestro Comandante y su gobierno en el sentido más critico y decidió darnos una nueva oportunidad para profundizar lo que hasta ahora sólo venimos visualizando en nuestro horizonte revolucionario; es por ello que los revolucionarios y revolucionarias apostamos a la creación de un partido de vanguardia, que cumpla con los anhelos de nuestro pueblo de sentar las bases de un aparato revolucionario, que por su alta moral reposada en sus cuadros, le permita una autoridad para llegar a cumplir el objetivo de cambiar las almas de la población, creando así un gran espíritu revolucionario para la consolidación del partido y del socialismo pasando por la construcción de una nueva sociedad resultante del triunfo de la revolución sobre la burguesía y sus reaccionarios.
En este sentido, los revolucionarios debemos afianzarnos cada día más
sobre la concepción de convertirnos en unos hombres y mujeres de aparato. Sí, de
aparato que no es otra cosa que aquellos
hombres y mujeres preocupados por la organización interna del partido, mas para
lograr tal reto planteado ante nosotros, es necesario ganar muchas batallas en
el terreno intelectual, de aquí se desprende la necesidad de convertir nuestro
proyecto ideológico en un proyecto
pedagógico que nos permita una amplia difusión, y a su vez la asimilación por parte de nuestros militantes,
de una verdadera doctrina revolucionaria, que a nuestro modesto juicio no es
otra que la doctrina bolivariana de
orientación marxista. Una vez
definida una doctrina de partido nos
permitiría pasar, de tener una militancia a formar un partido de cuadros; pues la
gran conclusión sobre la conducción de esta reciente campaña electoral fue que no había partido, sólo militantes. Por
eso, el gran peso de esta batalla recayó sobre los hombros de nuestro Comandante
Presidente Hugo Chávez, lo que representa un gran peligro para la Revolución Bolivariana;
de seguir así esta situación, los revolucionarios de este país deberíamos
abandonar la investigación sobre la teoría
bolivariana de orientación marxista, sustituyendo ésta por una ciencia que
nos permita inmortalizar al líder. Debemos cambiar la concepción vertical en la
relación líder/sociedad, por la relación vertical líder/partido/sociedad para que de
esta forma, nuestro “comandante” pueda ejercer
su jefatura política a través del partido como instrumento de la revolución y
no ejercer su jefatura de forma directa como lo viene realizando hasta
ahora.
El enemigo burgués pro imperialista, sabe que los partidos se construyen en
sentido cefalo-caudal y desde la
ideología a la política, por tal motivo es que se nos mete en el terreno
doctrinario para hacer de ésta un eclecticismo doctrinario, donde se pueda
mover libremente a lo interno del partido buscando siempre resguardar y
afianzar sus intereses de clase. Desde este punto de vista, vale la pena
revisar nuestro ya conocido “libro rojo”,
para evaluar qué tanto nos aclara éste de la doctrina o en todo caso, qué lectura
le damos a nuestro “partido” bajo la
óptica de su composición de clases, reconociendo que en este terreno los
elementos burgueses apelan a toda clase de subterfugios para mantenerse en el
terreno de la indeterminación. Este
cuadro nos refleja la necesidad de proponer el debate de cerrar filas en el
terreno doctrinario, considerando que sin
el afianzamiento y la implantación de una doctrina revolucionaria para nuestro “partido”,
es realmente ilusorio plantearse la transición al socialismo. Este debate y las disputas doctrinarias
inmersas en él, deben ser trasladadas al terreno ideológico, instrumentalizando
la fidelidad al bolivarianismo de orientación marxista, “La línea lo decide todo, y cuando existe línea, entonces los cuadros lo
deciden todo” (1).
Reconociendo las directivas y
jefaturas políticas del partido, la sociedad debe subordinación al partido que este lo decide todo, todo. Salvo el partido, todo es ilusión. Parafraseando
a Mariategui, nuestra fortaleza no esta en la ciencia que nos mueve sino en la fe que
le tenemos a dicha ciencia.
¡Arriba y en la izquierda esta el corazón, arriba y en
la izquierda, la unidad de la Revolución!
¡Con los explotadores no hay conciliación, no se puede conciliar con quienes
se apoderan del usufructo del trabajo ajeno!
1. J. Stalin. En los
fundamentos del leninismo. Obras completas, tomo VI, 1924.
Escribe: Eliezer Mora.
Equipo de Redacción: Ana Miliani, Olga Espinoza, Alexander
Escobar, Willis Jiménez, Mónica Barahona, Jorge Bonilla, Krisneydi Gordillo,
Dulce Camacaro, Martin Giménez, Simón Bonilla, Segovia Daniel, Edgar Castro, Miguel Balustren, Miguel Gonzáles,
Anyelo Cruces.
(Continuará…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario