La unidad ha sido
el elemento más trillado de la ideología burguesa, a lo largo de la historia a
servido como medio para encubrir sus intereses de clase, dicen practicar la
unidad y ciertamente así es, siempre y cuando esta no afecte sus interese
económicos, el asunto de los intereses económicos constituye un principio
inquebrantable para la unidad burguesa. Por tal razón siempre procuran la
unidad bajo sus banderas, y garantizando sus posiciones de clase, hasta el
punto de obviar el camino unitario ajeno a sus posiciones, defendiendo el
termino de una manera vacía, apoyan lo que para ellos resulte inocuo y
beneficioso, he allí otro principio burgués sine qua non para la unidad
burguesa, sino hay beneficios para que la unidad. Los lazos en que esta se
practica no deben ser eternos y procuran conservarse para si la capacidad de
disolverlos, es por ello que en este sentido es valido decir que lo que ellos
practican es la unidad transitoria y circunstancial; Propugnándole a sus contrarios la conciliación en su terreno,
la capitulación, es decir el apoyo a sus rastreros intereses, no es la unidad
como medio de lucha, es la unidad conciliadora como forma de resignación la que
ellos proponen a sus diferentes, en este orden de cosas los revolucionarios
debemos ser intransigentes y discernir a la luz de los intereses económicos,
políticos e ideológicos de la lucha de clases, entre la unidad revolucionaria
para la lucha decidida por los grandes objetivos históricos de la revolución o
la conciliación burguesa para la resignación, que termina convertida en
chantaje cada vez que se avecina una batalla política, económica e ideológica,
expresada en la disputa de clases históricamente.
La unidad revolucionaria es ajena a la
resignación, a la capitulación y se encuentra distante del chantaje, esta
unidad no es posible con elementos vacilantes, se da entre revolucionarios
unidos por lazos ideológicos, signados por una doctrina revolucionaria, que generalmente es la doctrina del partido. Las
disputa entre estas dos líneas unitarias a saber burguesa y proletaria hacen
avanzar el movimiento revolucionario, lejos de debilitar fortalecen la
cohesión, dinamizan el proceso revolucionario, elevan la lucha al terreno
inimaginable en el marco de la conciliación o de la capitulación disfrazada de
unidad. La unidad necesariamente debe ser liderada por el partido cuya línea
sea la proletaria, esta debe contribuir al desarrollo de la revolución y al
fortalecimiento del partido del cual esta ultima deviene como hija, la unidad no nace de un conciliábulo revisionista y el Partido
en este terreno no debe ser inerme, apacible y unánime ante la presión
burguesa, expresada en la línea de la unidad como resignación, la del aguante; no
queremos demostrar estoicismos estériles en este terreno, debemos tener claro
que “el Partido se forja en medio de la lucha de clases de las masas y
avanza en medio de la lucha interna entre dos líneas”(1), de ahí que su
historia no puede ser entendida al margen de la línea roja que le imprime el
proceso revolucionario y su prolongada y zigzagueante lucha contra la línea no
proletaria que siempre se ha levantado, abierta o solapadamente, contra el
pensamiento revolucionario. El partido debe imponer su criterio ante el
conciliábulo burgués, en el partido se sintetizan todos los anhelos e intereses
de la revolución, es en suma el conjunto de varias partes homogéneas,
estrictamente unidas que forma un todo indivisible. La unidad del partido y sus
simpatizantes debe darse en el terreno revolucionario y no como se nos ha hecho
creer, pues con los explotadores no hay conciliación posible.
(1). Mariátegui.
¡Arriba y en la izquierda está el corazón!
¡Arriba y en la izquierda la unidad de la
revolución!
Escrito por: Maestros Ambulantes.
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